Y al final terminé dando vueltas
dando vueltas para no perderme
Esas tardes donde la lectura nos lee
y quedamos a merced
de los caprichos de las letras.
La ví,
siempre con su filoso temperamento
y succionando el mate
como si recuperara
a sorbos
su alma.
La mirada perdida
y todavía
ese swing
que sacudía bueyes.
Un desolado cambio
marchitó el sol
un vuelco, un lapsus
y un magullón.
La remera sin corpiño
y una flor como en París.
Restos de esos ojos tristes
que se arrepienten al mentir
y un vaso lleno, tibio
con huellas de un lápiz
que nunca más usó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario