Disiento con vos
nadie nace para otro
no existen esos rompecabezas.
El amor funde los cuerpos y las almas con trabajo.
Es entonces cuando uno olvida que su boca no es tu boca,
ni sus manos mis manos
casi llegamos a cosificar, a poseer.
Y ahí la enfermedad, cuando la cosa se rebela con nosotros. Sus dueños.
Miserable cosa, olvida que por ella abandonamos
el castillo de naipes
el estudio de las mariposas
y el cultivo de tulipanes
He ahí que la boca dice palabras no deseadas
las manos hacen groseros gestos de despedida
y nosotros totalmente enjaquecados
volvemos a nuestro nicho donde éramos tan felices,
para encontrarlo sin luz
los naipes abandonados al viento
aterrizados y empolvados
las alas ya sin vida de las mariposas grises
y sus arabescos
como caras de espanto
y de los tulipanes resta
una tierra seca donde no volverá a haber vida.
Y como no llorar
sentimos media boca
insuficiente para gritar
y nuestras manos
no sirven para empezar de nuevo.
Es evidente
cuando algo se funde y se separa
la tajada nunca será la misma.
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